Aquí te dejo 7 pausas o consejos que a mi me sirvieron con Lua. Recuerda que cada perro, cada familia y cada caso son únicos.

La llegada de Lua a nuestra vida fue muy diferente a la de Aquiles. Con ella aprendimos otra cara de la adopción: la importancia de no romantizar la idea de que dos perros se harán automáticamente mejores amigos, aunque Aquiles y Lua si se hicieron grandes amigos al momento, toda la dinámica familiar cambió por las conductas reactivas de Lua hacia otros perros, al principio con TODO aquel estímulo que a ella le pareciera amenazante.
Adoptar un segundo perro no significa menos trabajo porque “se entretienen entre ellos”. ¡No! Error. Mal. Significa el doble de responsabilidades, el doble de compromiso y, sobre todo, el reto de entender que cada perro es un individuo con necesidades propias que deben ser cubiertas. Si ya vas a clases de adiestramiento o educación canina con un perro, ten en cuenta que necesitarás pagar otra mensualidad para el o la otro perro. Con Lua hemos recorrido mucho camino y con distintos educadores caninos. No ha sido barato, no ha sido fácil, pero nunca nos daríamos por vencidos con ella. Es un amor, es la perra más buena del mundo, pero no le gustan otros perros, ni las aglomeraciones de personas (¡a mi tampoco!).
👉 Y lo más importante: esta es mi experiencia y mi historia. Lo que funcionó con Lua y Aquiles puede no funcionar con otros perros ni con otras familias. Cada caso es único, como lo son sus historias. Por eso siempre hay que individualizar cada caso.
Los 7 consejos que me sirvieron con Lua
1. Entender que un segundo perro es más trabajo 🐾

Cuando empezamos a pensar en adoptar a Lua, lo primero que nos preguntamos fue: “¿De verdad podemos con dos perros?”. No solo se trataba de la ilusión de dar un hogar a otro ser, sino de asumir con realismo lo que implicaba: doble veterinario, doble alimentación, doble juguetes, doble guardería si un día quisiéramos irnos de de viaje y doble de todo… pero también doble tiempo, atención y energía emocional.
Lo hablamos en pareja y lo discutimos mucho. Era importante para nosotros que ambos estuviéramos comprometidos por igual, porque si uno solo lleva el peso de las responsabilidades, la convivencia puede volverse injusta tanto para la familia como para los perros.
Los estudios en tenencia responsable de animales señalan que la principal causa de abandono sigue siendo la falta de previsión frente al tiempo, recursos económicos y cambios en el estilo de vida (PDSA Animal Wellbeing Report, 2022). Adoptar desde la ilusión, sin tener en cuenta estas variables, incrementa el riesgo de problemas de convivencia y frustración humana y canina (Serpell, The Domestic Dog, 2017).
👉 Por qué importa: adoptar un segundo perro no es una decisión romántica, es un compromiso de por vida que requiere realismo, planificación y corresponsabilidad. Y más si tu perro tiene un problema emocional del cual no sabías, ni esperabas.
2. Pensar primero en el perro que ya estaba en casa 🏡

La llegada de Lua no solo nos involucraba a nosotros como humanos: también era una decisión que afectaba directamente a Aquiles.
Era muy fácil dejarnos llevar por la idea de “¡claro que sí, Aquiles estará feliz con un amigo!”, pero entendimos que no podíamos asumirlo como obvio. Teníamos que preguntarnos de verdad: ¿será esto lo mejor para él?
Cada perro tiene su personalidad, sus gustos, su nivel de sociabilidad y sus experiencias previas. Forzar una convivencia no siempre trae armonía. De hecho, la etología subraya que la introducción de un nuevo perro puede generar estrés, competencia por recursos y desequilibrio emocional en el perro residente (Overall, Clinical Behavioral Medicine for Small Animals, 2013).
En nuestro caso, sabíamos que Aquiles tenía buena socialización y disfrutaba de la compañía de otros perros. Aun así, nos lo tomamos con calma: hicimos listas de pros y contras, observamos sus reacciones cuando convivía con otros, y sobre todo nos aseguramos de que nosotros estuviéramos preparados para respetar sus tiempos y necesidades.
👉 Por qué importa: el perro residente debe ser siempre considerado antes de sumar un nuevo miembro. No se trata solo de lo que la familia desea, sino de lo que el perro que ya está en casa necesita para mantener su bienestar.
3. Buscar compatibilidad en edad, tamaño y sexo 🐾

En nuestro caso, buscábamos una perra de tamaño y edad similar a Aquiles, pero con menos energía, porque él ya es muy intenso y “se pone como una moto”.
👉 ¿Por qué macho y hembra?
Diversos estudios y experiencias recogidas en etología y adiestramiento coinciden en que, en general, las parejas macho-hembra tienden a presentar menos conflictos de convivencia que parejas del mismo sexo. Esto no significa que sea una regla absoluta, pero sí aumenta la probabilidad de que la convivencia sea más armoniosa.
- Turid Rugaas en “El lenguaje de los perros: las señales de calma” (2006) comenta cómo las diferencias de sexo reducen ciertos choques jerárquicos porque los perros tienden a comunicarse y regularse de forma distinta según su sexo.
- Patricia McConnell en “Al otro extremo de la correa” (2003) explica que las dinámicas entre machos y hembras suelen ser más estables, mientras que entre machos o entre hembras puede haber más fricción competitiva.
- En el libro “Dog’s Mind” subrayan que, aunque el carácter individual es clave, la variable sexo sigue siendo importante para disminuir riesgos de conflictos prolongados.
👉 Lua fu adoptada castrada de la perrera, y Aquiles fue castrado porque se nos obligaba por contrato en la protectora. Aunque este es un tema muy serio, conflictivo y que da para extenderse mucho en otro artículo, es verdad que hay literatura que dice que al estar castrados disminuye riesgos de competencia sexual, marcajes excesivos y comportamientos hormonales que podrían complicar la convivencia. Aunque no sé si esto es del todo real, lo menciono porque al adoptar de perrera o protectora, que sepas que tu perro o perra vendrá castrado.
En conclusión: elegir conscientemente un perro de sexo distinto, con características compatibles, no garantiza el éxito, pero sí aumenta las probabilidades de una integración más sana.
4. La presentación en territorio neutral 🌳

El primer encuentro entre Aquiles y Lua no lo hicimos dentro de casa, sino en el monte. Aquiles esperaba en el coche, sacamos a Lua, se conocieron, ambos mostraron señales afiliativas, y después dimos un paseo largo juntos los cuatro relajados y por el monte, sin otros perros, sin otros estímulos más que la naturaleza. Quería que su primera experiencia juntos fuera buena y positiva.
👉 Por qué importa:
- Presentar a los perros en un territorio neutral reduce la probabilidad de que el perro residente (en este caso Aquiles) sienta que debe defender “su” espacio.
- El paseo compartido permite descargar energía y asociar al nuevo perro con experiencias positivas y relajantes.
📚 Referencia: Jean Donaldson en “Culture Clash” (2005) resalta la importancia de encuentros controlados y progresivos, donde los perros puedan olerse, caminar juntos y no sentirse forzados.
El resultado fue muy bueno: Aquiles y Lua se relajaron y jugaron desde el inicio, lo cual facilitó la transición al coche y la llegada al hogar.
5. La primera entrada a casa 🏠

Cuando llegamos a casa, Lua exploró primero el espacio sin Aquiles, mientras él daba un paseo corto con mi pareja. Después entraron juntos, como si siempre hubieran vivido ahí.
👉 Por qué importa:
- Permitir que el perro nuevo explore solo evita choques iniciales y le da seguridad.
- La nueva cama para Lua estaba lista, aunque ella decidió dormir en mi cabeza 😅, un signo de búsqueda de apego y seguridad.
📚 Karen Overall en “Manual of Clinical Behavioral Medicine for Dogs and Cats” (2013) indica que ofrecer rutinas claras, recursos propios y libertad inicial para explorar ayuda a disminuir la ansiedad en perros adoptados.
6. Manejo de recursos y conflictos potenciales 🍖🎾

Los primeros meses, Lua destruía cosas y mostraba protección de recursos. Para evitar problemas con Aquiles, establecimos rutinas:
- Comidas en habitaciones separadas.
- Masticables y juguetes repartidos en exceso (más de los necesarios). Es importante mencionar aquí que Aquiles es un perro que pasa de todo. No le causa mayor problema ni los juguetes, ni la comida. Si hubiera sido esto con Rayo lo hubiéramos manejado de manera totalmente diferente porque Rayo da su vida por un trozo de salchicha o por un calcetín viejo para jugar.
- Lua se quedaba fuera de la cocina con un Kong cuando cocinábamos para evitar su protección tan intensa a por ejemplo la caja donde guardamos las cebollas.
Antes de los 3 meses, comprendió que la comida y los recursos eran abundantes y dejó de mostrar esas conductas. Cuando vienen amigos a casa o familia, tienen prohibido darle comida a los perros en la mesa para evitar estos conflictos con Lua.
👉 Por qué importa:
- La protección de recursos es común en perros adoptados que han tenido que competir antes.
- La gestión preventiva (separar, duplicar recursos, anticiparse) evita que los conflictos escalen.
📚 Patricia McConnell en “Por el amor de un perro” (2005) explica que compartir recursos no es natural en perros y que el exceso (más pelotas, más peluches, más premios) ayuda a desactivar la competencia.
7. Paciencia y adaptación: cada perro trae su mochila 🎒

El mayor reto con Lua fue entender que su verdadero carácter emergió con el tiempo. Al principio estaba bloqueada, luego aparecieron conductas reactivas hacia otros perros, incluso con personas (aunque esto se le pasó).
👉 Lo aprendido:
- Un perro recién llegado de protectora o de la perrera municipal puede estar en modo “supervivencia” y no mostrar quién es realmente hasta semanas o meses después.
- Los paseos largos en el monte fueron clave para darle calma y permitirnos conocerla.
- Lua me enseñó que no todo sale como lo planeamos: a pesar de obsesionarme con la socialización, terminé con una perra con conductas reactivas.
📚 James O’Heare en “Aggressive Behavior in Dogs” (2017) enfatiza que la reactividad suele estar ligada a miedo, frustración o falta de socialización, y que requiere paciencia, educación basada en ciencia y apoyo profesional.
De hecho, con Lua acudimos a educadores y etólogos, y yo misma me formé para poder ayudarla mejor. Entendimos que no basta con amor y salchichas: hay que contar con profesionales y con ciencia.
Conclusión
La llegada de Lua nos enseñó que cada perro es único. Que no hay fórmulas mágicas ni garantías de que dos perros se llevarán bien solo porque “se harán compañía”. Que un segundo perro es el doble de trabajo y compromiso, pero también el doble de aprendizajes y amor, siempre que sepamos respetar a cada individuo.
Lo que te compartí aquí fue lo que nos funcionó a nosotros. No son verdades absolutas: cada perro, cada familia y cada historia es distinta. Lo más importante es hacerse las preguntas correctas antes de adoptar, pensar en los perros que ya viven contigo y respetar las necesidades de cada uno. Por favor ve con un educador canino si tienes problemas con tus perros o si quieres información antes de adoptar un perro.

Porque al final, adoptar no se trata de lo que nosotros queremos, sino de lo que podemos ofrecer y construir juntos.
Lua nos enseñó que cada perro trae una historia invisible y que la verdadera convivencia se construye con paciencia, respeto y compromiso. Nada fue como lo planeé, pero aprendimos que un segundo perro es una decisión de vida que exige ciencia, amor y la humildad de pedir ayuda profesional cuando hace falta.
Como siempre gracias por leerme.
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