
Rayo
m. Línea de luz que procede de un cuerpo luminoso, especialmente del Sol.
m. Chispa eléctrica de gran intensidad producida por descarga entre dos nubes o entre una nube y la Tierra.
m. Imagen o idea feliz que surge repentinamente.
Rayo llegó a nuestras vidas un 9 de enero de 2024. No sabemos exactamente cuándo nació, ni las razas o mezcla de razas que son sus padres. Solo sabemos que su abuela perruna era dálmata, pero al ver a los padres, no tenían nada de dálmata (ninguno de los dos).

La historia de Rayo es un poco curiosa. No fue planeado, y decidimos adoptarlo por razones que aún no estoy preparada para contar. Pero básicamente puedo compartir que, al no poder ser madre humana, de alguna manera él fue el bebé que sí llegó, como un rayo de luz a mi corazón y a mi vida. Un anhelo de mi alma que llegó a nuestra familia.
Todo en la vida de Rayito antes de nosotros es bastante dudoso. Estaba en una granja al norte de Galicia. Era parte de una camada de cachorros que regalaban como “dálmatas”, pero ya en las fotos se veía claramente que de dálmatas no tenían nada. Parece ser que era un criadero ilegal, pero no estoy segura de nada, y parece ser que tuvieron algún problema y decidieron recapitular, regalar a los cachorros y operar a las perras y perros para no volver a reproducir ni vender más.
Yo, creyéndome un poco Superwoman, pensaba ir por un cachorro para esta familia, pero también traerme a los demás y asociarme con alguna protectora que me ayudara a encontrarles un buen hogar, mientras yo los cuidaba y alimentaba como casa de acogida. Pero… oh sorpresa.
Cuando llegamos, nos atendió una mujer mayor en su granja. Fue ella quien nos contó que su hijo —el cual nunca contestó a mis mensajes preguntando cuándo habían nacido los cachorros, qué edad tenían, si habían tenido algún cuidado veterinario previo— pues digamos que no se hacía cargo de nada. Los cachorros no tenían vacunas, ni desparasitación, ni ningún tipo de cuidado parece ser. La señora, muy amable y apenada, nos contó lo sucedido y que por eso ella buscaba hogares para los cachorros y que ella se encargaría de la esterilización de los perros adultos. En fin… esa es otra historia.
Hay veces en que me asquea la sociedad en la que vivimos. Me muero de rabia con esos “hijos” de 40 o 50 años que están como parásitos aún viviendo de sus madres mayores y enviándolas a luchar sus batallas… En fin, que me enrollo.
Cuando llegamos, solo había dos cachorros. Pensé en llevarme los dos. Aún no le había dicho nada a mi pareja sobre mis intenciones —no quería que me dijera que no—, ya que al final de cuentas vivo en su casa y decisiones así influyen a toda la familia (Aquiles, Lu y mi pareja). Planeaba convencerlo en el último momento con mis buenas intenciones de no dejar ahí a los cachorros y buscarles un hogar nosotros. Pero no fue necesario.
La señora mayor agarró a Rayito, me lo dio en brazos, así sin más, me dijo «toma, éste para ti» y me dijo que ya venía el veterinario del pueblo por el otro, que él se lo quedaría, o eso entendí yo. Nos despedimos… y así fue. Algo muy raro, rápido, muy inesperado y ahora algo borroso en mis recuerdos, porque muchas cosas no me cuadraban.
No sabíamos si tenía unos tres meses. La verdad, no sabíamos nada de él. Hicimos el viaje de vuelta, que duró varias horas, para llevarlo a casa.
Para planear la presentación de Rayo con sus nuevos hermanos, Aquiles y Lua, lo preparé todo. Primero entré yo a saludarlos y que me olieran. Luego fuimos a una parte de la casa que no es del todo nuestra, pero sí compartida —es difícil de explicar—. Es un espacio amplio, cerrado y seguro. Fuera del territorio que mis perros consideran como “su casa”, los sacamos y presentamos al cachorro. Lo olieron… y acto seguido, lo ignoraron.
Rayo, como buen cachorro, se puso a seguirlos. Muy atento a todo lo que hacían y a todos los sitios donde olfateaban para hacer lo mismo.
Después volvimos a la casa. Los tres perros venían felices detrás de mí. Rayito los perseguía meneando el rabo. Al entrar, Lua y Aquiles se miraban entre ellos, me miraban a mí y miraban a Rayo como diciendo: “Bueno, todo muy divertido, ¿pero a qué hora vienen a llevarse a este colega?”. Fue un momento muy confuso para ellos y gracioso para mí de presenciar.
Había comprado una cama nueva para Rayo (en mi casa hay 3 perros y 6 camas para ello). La saqué del empaque y la puse en el suelo. Aquiles y Lua no lo pensaron dos veces y se fueron a dormir a nuestra cama. Rayo era tan chiquito que no podía ni subirse. Además, al intentarlo, Aquiles le gruñó para alejarlo y Rayo lo entendió se echó en su nueva cama, que estaba enseguida de nosotros.
Rayo comenzó a llorar… y, como era de esperarse, no lo pensé dos veces y me fui a su nueva cama a dormir con él. Esa noche dormimos Rayito y yo en el suelo, en su súper cama, y Aquiles y Lua con mi pareja en la cama normal. Todos en la misma habitación. Acompañar al cachorro al llegar a casa es algo muy importante, recordemos que son bebés, que todo es nuevo y que los acabamos de alejar de su entorno, su madre y todo lo que ellos conocían.

Desde entonces ha sido curioso. Rayo tiene un carácter muy bonito. Es un perro muy perro. Este sí es de manual: aunque algo miedoso y escandaloso, es muy gracioso, muy torpe, muy loco por la comida. Le encanta la comida: es capaz de pararse de cabeza por un trozo de salchicha. Me ama. Me sigue a todos lados, hasta el día de hoy. Le encanta hacer actividades conmigo, sea ir de caminata, ver una película o sentarnos en la arena en la playa.

Rayo está enamorado de sus hermanos, es simplemente un perro muy feliz. Desde el principio parece como que adoptó a Lua como su madre, y Lua, muy tierna, lo tenía de «su cachorro», dormía con él, lo lamía y jugaba con él. Está obsesionado con jugar con Aquiles, pero Aquiles es feliz con Lua. Aunque ahora que Rayo ya tiene año y medio, juegan mucho más. Siempre se han llevado bien. Solo que Aquiles es pura energía e intensidad, y Rayo y Lua van más tranquilos por la vida, ellos son felices olfateando flores y con paseos sin prisa.

Estoy enamorada de estos tres perros. Todos TAN diferentes, TAN graciosos y TAN amorosos. Es verdad que me compliqué un poco la vida, porque tres perros es muchísimo trabajo. No siempre es todo tan romántico: también es cansado y los gastos son altos. Cubrir sus necesidades, tan distintas entre ellos, me lleva todo mi tiempo libre. Pero también es verdad que amo hacerlo. Y aunque a veces quisiera tirarme en el sofá a ver una serie, agradezco tener a tres que me activan.

Es cierto que me gustaría hacer actividades con los tres en un centro canino, pero me es imposible por los altos costos. Por eso me voy turnando. Pero algo que no se negocia es hacer cosas con ellos en casa. Siempre, siempre, siempre.
Rayo, como su nombre, es luz. Es mi perro-luz, el rayo en nuestras vidas. Es mi amigo. Nuestra relación es algo que siempre quise tener. Todos somos familia, pero la verdad es que me encanta poder decir que soy su favorita. Le encanta estar conmigo, pasear conmigo, jugar conmigo, dormir conmigo, entrenar conmigo.
Me resulta fácil entrenar con Rayo. Aunque sea algo miedoso y muy ladrador, se focaliza en mí con mucha facilidad. Le basta con hacer cosas juntos para ser feliz.

Y ahora sí, con la presentación oficial de todos mis compañeros caninos:
Bienvenidas y bienvenidos a CANYNOS, donde seguiré contando anécdotas, aprendizajes, tropiezos y momentos compartidos con ellos.

Gracias por leernos y por caminar a nuestro lado. 🐾
Deja un comentario